La supervisión y el control del oxígeno son cruciales durante el proceso de elaboración de la cerveza para garantizar unos niveles correctos de fermentación y un buen sabor.
Vigilar y controlar cuidadosamente el nivel de oxígeno es crucial durante el proceso de elaboración de la cerveza. En determinadas fases del proceso de elaboración, la presencia de oxígeno es perjudicial, mientras que para algunos procesos son necesarios niveles controlados de oxígeno. Por ejemplo, el oxígeno influye en la productividad de la elaboración de cerveza: la levadura necesita aproximadamente 10-12 ppm de oxígeno para desarrollarse. Sin embargo, un exceso de oxígeno provoca la formación de oxidantes y la degradación de los aromas. Es esencial mantener el oxígeno en los niveles bajos deseados durante la producción de cerveza y controlar el O2 con un analizador de O2. De este modo se garantiza el mantenimiento de la máxima calidad del producto final.
Durante el proceso de fermentación se produce dióxido de carbono. En espacios cerrados, esto puede suponer un peligro para el personal que trabaja en la zona. Los monitores de oxígeno ambiental emiten una alarma si el nivel de oxígeno desciende por debajo del 19,5%. El dióxido de carbono debe controlarse por separado.
Parte de este CO2 generado como subproducto del proceso de fermentación se recoge y se utiliza para otras aplicaciones en la industria alimentaria.
Algunas cervezas se carbonatan una vez terminada la fermentación, utilizando CO2 embotellado. Las mediciones de oxígeno trazable se utilizan para comprobar la calidad de las botellas de gas a su llegada y antes de su uso.
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