El gas natural licuado (GNL) vive una época dorada, al menos según un reciente informe de la Comisión Europea. comentario experto del Foro de Países Exportadores de Gas (GECF, por sus siglas en inglés), en el que se afirma que el periodo comprendido entre ahora y 2030 experimentará un fuerte crecimiento en «despliegue de infraestructuras e inversión».
El GECF es una organización intergubernamental con miembros de muchos de los principales países productores de gas. Su opinión es que, históricamente, ha habido una importante falta de inversión en la cadena de suministro de gas natural, lo que ha contribuido a la actual crisis energética mundial. Sin embargo, el GECF cree que esta crisis está impulsando ahora un cambio fundamental en el mercado energético, que incluye un rápido crecimiento de la demanda de productos de GNL y GLP (gas propano licuado). Para 2050, se espera que la demanda global aumente un 36 %.
Uno de los mensajes clave del GECF es la necesidad de invertir urgentemente en infraestructuras de gas natural, especialmente en «licuefacción de GNL, regasificación de GNL y gasoductos de exportación». La organización prevé que 2030 será un «año límite», después del cual aumentará la incertidumbre sobre la demanda y el comercio de gas a medida que los países sigan caminos diferentes hacia la descarbonización y el balance neto cero.
El tiempo necesario para que las nuevas instalaciones de GNL entren en funcionamiento significa que, para muchas empresas de transporte, la presión es enorme si quieren aprovechar esta creciente oportunidad de mercado. La buena noticia es que muchas van por delante.
Por ejemplo, en Estados Unidos ya hay ocho grandes terminales de exportación de GNL en funcionamiento en la costa este y el Golfo de México. Otras 16 terminales están en construcción o aprobadas y listas para su construcción, y al menos nueve más están en fase de planificación. Las empresas también están invirtiendo sumas considerables en otras infraestructuras intermedias, por ejemplo, Enterprise Products Partners de 3.100 millones de dólares en gasoductos y fraccionamientos de LGN en Delaware y Texas, y el proyecto de Saudi Aramco de £3.2 billion expansion de trenes de fraccionamiento, oleoductos, instalaciones de almacenamiento y exportación en Arabia Saudí.
En conjunto, los operadores de midstream de todo el mundo están invirtiendo actualmente (o tienen previsto invertir en un futuro próximo) muchos miles de millones de dólares en nuevas infraestructuras de GNL. En esta carrera por invertir y garantizar un despliegue relativamente rápido (en términos industriales) de nuevas instalaciones de producción, los propietarios y operadores no deben perder de vista la necesidad de resistencia y eficiencia operativa a largo plazo. Después de todo, los periodos de amortización de muchas de estas inversiones se medirán en años, por lo que es esencial que se tomen en consideración desde el principio para garantizar que la fiabilidad y la vida operativa de los equipos se optimicen, con unos costes mínimos de mantenimiento y revisión.
Si consideramos, a modo de ejemplo, sistemas operativos como las columnas de deshidratación por tamiz molecular, los turboexpansores o las torres de fraccionamiento, todos ellos vitales para un funcionamiento eficaz del proceso, existen varios indicadores de proceso que deben medirse con precisión, coherencia y, en la mayoría de los casos, en tiempo real. Esto es crucial para la seguridad, para reducir los costes energéticos, prevenir el riesgo de fallos inesperados y tiempos de inactividad, y maximizar los intervalos de mantenimiento y la vida operativa.
La medición de trazas de humedad es quizá uno de los indicadores más importantes. El agua, tanto en forma líquida como gaseosa, suele estar presente en el gas natural en el punto de extracción y puede transportarse posteriormente a través del tren de proceso. También puede aparecer aguas abajo por condensación, fugas o cambios en las condiciones del proceso. En todos los casos, su presencia puede provocar la corrosión de las tuberías, la formación de hielo, que puede dañar las palas de rotación rápida de los turboexpansores, o la degradación de la calidad del gas final.
La medición precisa del vapor de agua dentro de las columnas de deshidratación de tamiz molecular también es vital para optimizar la capacidad total de adsorción de cada columna de secado. Instrumentos como nuestro analizador de humedad de proceso QMA601-LR proporcionan una medición casi en tiempo real del contenido de trazas de humedad ultrabajo, de hasta 0,02 ppmv. Esto permite a los ingenieros probar y hacer funcionar los secadores de forma segura hasta su punto de ruptura del desecante, lo que permite reducir los ciclos de regeneración, reducir los costes energéticos y prolongar la vida útil de los materiales desecantes.
Aunque los instrumentos de medición de trazas de humedad de alta calidad y alto rendimiento pueden tener un precio relativamente alto, las mejoras en eficiencia, seguridad y productividad que pueden aportar significan que la amortización, o el retorno de la inversión, puede ser rápida. Se trata de un punto importante, sobre todo de cara al futuro, cuando el procesamiento intermedio de GNL tenga que operar en un mercado energético mundial cada vez más competitivo, y donde el control preciso de los costes de capital y de explotación será esencial para garantizar los mejores márgenes y la rentabilidad a largo plazo.
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Estados Unidos es el mayor productor mundial de gas natural, con casi una cuarta parte de toda la producción. Rusia, Irán, China y Canadá conforman el resto de los cinco principales productores, a partir de 2023.
En cuanto al GNL, los países con mayor capacidad operativa, a partir de 2022, fueron Australia, Qatar, Estados Unidos, Malasia y Argelia. Sin embargo, Estados Unidos volvió a liderar la lista en 2023 siendo el mayor exportador de GNL, con gran parte de su producción destinada a Europa.
El GNL se transporta de un país a otro en buques metaneros a granel. En 2023, habrá más de 700 de estos grandes buques en la flota mundial de GNL. Actualmente hay más de 370 en construcción o en la cartera de pedidos de astilleros de todo el mundo. Los mayores de estos buques miden más de 350 m de eslora y unos 50 m de manga, con un calado de 12 m y una capacidad superior a 260.000 m3 de gas licuado.
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