En muchos aspectos, las normas son los cimientos que sustentan todas las operaciones industriales. Crean unas condiciones equitativas que garantizan una competencia leal, al tiempo que reducen los riesgos y mejoran la seguridad, la eficiencia y la innovación. También proporcionan los marcos que ayudan a los fabricantes a desarrollar procesos de producción fiables, con parámetros aceptados con los que medir el rendimiento, la fiabilidad y la calidad.
Para los usuarios industriales de aire comprimido, una de las normas clave es la ISO 8573. En ella se definen la naturaleza y la concentración admisible de contaminantes en una corriente de aire comprimido. Hay que tener en cuenta que la norma ISO 8573 no incluye el aire respirable ni el aire médico, que se tratan por separado en las normas BS EN 12021 y en diversas directrices HTM (Memorandos Técnicos de Salud).
La norma ISO 8573 se introdujo originalmente en 1991 y se ha actualizado posteriormente en varias ocasiones; la última versión es ISO 8573:2017. Dado que la Organización Internacional de Normalización (ISO) tiende a reevaluar las normas cada cinco años, debería haber una revisión en 2022.
La versión actual de las normas consta de nueve partes: la Parte 1 se refiere a los tipos de contaminantes y a los diferentes niveles o clases de pureza, mientras que las ocho partes restantes abarcan diversos métodos e instrumentos de ensayo. En su totalidad, son las siguientes:
Para la mayoría de los usuarios operativos de aire comprimido, la parte más importante de la norma ISO 8573 es la Parte 1. En ella se definen tres grupos de contaminantes. En ella se definen tres grupos de contaminantes:
Para cada grupo, la norma clasifica diferentes clases de calidad, cada una con una concentración máxima permitida de contaminantes. Por ejemplo, para el Grupo B, hay 9 clases de calidad, que van desde la Clase 1, que es la más estricta, hasta la Clase 9, la más básica, mientras que para el Grupo A hay siete clases y para el Grupo C cinco clases. Estas clases se indican a continuación:
Descargar BCAS-La filtración y el secado del aire comprimido.pdf
Es normal que los equipos se especifiquen de acuerdo con estas categorías. Por ejemplo, un filtro de aire comprimido puede ofrecer un rendimiento conforme a la norma ISO 8573:2010 Clase 1-2-2; es decir, se ajusta a la Clase 1 para la filtración de partículas, a la Clase 2 para la eliminación de humedad y a la Clase 2 para la filtración de aceite.
Tenga en cuenta que en cada grupo hay una Clase 0. Normalmente se basa en una especificación acordada entre el usuario y el proveedor del equipo y se establece en un nivel que sea adecuado para la aplicación y que pueda validarse utilizando los criterios de ensayo pertinentes estipulados en la norma ISO 8573, partes 2 a 9.
Obsérvese también que el Grupo A no incluye los microorganismos, aunque las pruebas para detectar la presencia de estos contaminantes se definen en la Parte 7 de la norma ISO 8573. En Aplicaciones como Alimentos y bebidas, donde es necesario controlar la contaminación microbiológica, lo normal es definir criterios de seguridad basados en las exigencias de la propia aplicación. Esto puede controlarse mediante la medición precisa del punto de rocío y el secado del aire, hasta el nivel en que se inhibe el crecimiento de microorganismos, seguido de una filtración estéril especializada en el punto de uso.
Al igual que todas las normas industriales, la ISO 8573 desempeña un papel esencial en la gestión de las operaciones de producción o proceso. Es especialmente importante para mantener los niveles de calidad del aire comprimido, con el fin de proteger los equipos que se encuentran aguas abajo de cada compresor. En los procesos alimentarios o farmacéuticos, la norma ISO 8573 ayudará a proteger el estado del producto acabado, ya que las pruebas periódicas del sistema según los criterios pertinentes especificados en la norma ISO 8753 son un factor importante para proporcionar una trazabilidad completa de la fabricación.
El cumplimiento de la norma contribuirá a simplificar el diseño y el funcionamiento de los sistemas de aire comprimido, ya que proporciona un conjunto de parámetros reconocidos que permiten evaluar los equipos de distintos proveedores. También permite optimizar el rendimiento de cada sistema para reducir los costes de construcción, funcionamiento y mantenimiento; por ejemplo, el anillo principal de aire comprimido puede especificarse con una clase de calidad superior, aplicándose clases de calidad inferiores, es decir, más estrictas, en puntos específicos de una línea de producción.
Por último, aunque igualmente importante, la norma puede ayudar a minimizar los costes energéticos. Si se conocen claramente los requisitos exactos de los niveles máximos aceptables de contaminación, especialmente de humedad, es posible optimizar el rendimiento de los componentes de los sistemas, como los secadores, sin que ello afecte a la calidad del aire o del producto final.
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