Cómo reducen los requisitos de mantenimiento los sensores de punto de rocío ISO 8573-1 normalizados
El aire comprimido y el agua no se llevan bien. El exceso de humedad en las líneas y equipos de aire comprimido causa todo tipo de problemas, desde corrosión y lavado de aceites lubricantes hasta fallos de componentes, averías del sistema y elevados costes de mantenimiento. Para evitar estos problemas es necesario utilizar unidades de secado de aire comprimido cuidadosamente seleccionadas, que a menudo están diseñadas para satisfacer distintos requisitos de aplicación. A su vez, cada secador depende de la precisión y fiabilidad de un sensor de punto de rocío para su funcionamiento eficaz.
Todos los secadores deben cumplir la norma ISO 8573, dividida en nueve secciones. La ISO 8573-1 define los niveles aceptables de contaminación en cada metro cúbico de aire comprimido e incluye no sólo la humedad, sino también la contaminación por partículas y aerosoles de aceite. Las secciones restantes (ISO 8573-2 a ISO 8573-9) especifican los métodos de ensayo que deben utilizarse para medir cada contaminante. La norma ISO 8573-1 se subdivide a su vez en nueve clases que clasifican los niveles de pureza, desde la Clase 0 -la más estricta- hasta la Clase 9, siendo la humedad el único contaminante que se especifica para todas las clases.
Más información sobre la norma ISO 8573
Secadores de aire comprimido Clase 1 y Clase 2
El agua puede eliminarse de los sistemas de aire comprimido mediante separadores de agua y filtros coalescentes. Sin embargo, por sí solos no pueden alcanzar un nivel superior a la Clase 6 de la norma ISO 8573-1. Para conseguir la máxima calidad del aire comprimido, además del uso de separadores de agua y filtros coalescentes, es necesario incorporar al sistema una unidad de secado. Existen varios tipos de tecnología de secado de aire comprimido, todos ellos descritos en detalle en la Guía de mejores prácticas 104 del BCAS.. El factor común en todos ellos es el uso del punto de rocío a presión (PDP) como criterio clave para definir el rendimiento de cada secador.
Independientemente de la tecnología de secado utilizada, los secadores de aire comprimido de alto rendimiento suelen clasificarse como Clase 1 o Clase 2, en relación con los criterios establecidos en la norma ISO 8573.
Los secadores de aire comprimido de Clase 1 deben ser capaces de producir aire extremadamente seco con un punto de rocío a presión de -70 °C o inferior. Esto los hace ideales para aplicaciones como la electrónica, la producción farmacéutica y la asistencia sanitaria, donde la presencia de humedad en el flujo de aire comprimido puede tener graves consecuencias para la calidad o la seguridad del producto.
En comparación, los secadores de aire comprimido de Clase 2, con un punto de rocío a presión de -40 °C o superior, suelen especificarse para su uso en el procesamiento de alimentos, la fabricación general o los procesos industriales, donde los requisitos de calidad del aire son menos estrictos que los exigidos en la Clase 1.
En cada caso, la eficacia y el coste del secador de aire vienen determinados en última instancia por la calidad del sensor de punto de rocío utilizado. Éste debe ser capaz de detectar de forma precisa y constante niveles extremadamente bajos de humedad, al tiempo que proporciona tiempos de respuesta rápidos y una estabilidad excelente, para minimizar la deriva con el tiempo. El sensor también debe ser resistente a los contaminantes, contra vapores de aceite y partículas en suspensión, y fácil de mantener, recalibrar y sustituir.
Cómo reducen el coste y la complejidad los sensores estandarizados de punto de rocío
Tanto para los fabricantes de secadores de aire comprimido como para los usuarios finales, la solución ideal a la hora de elegir sensores de punto de rocío es un dispositivo estandarizado que pueda utilizarse en todas las aplicaciones. Para el fabricante de equipos originales, esto facilita la especificación y construcción del secador, mientras que para los usuarios finales -especialmente los que tienen varios secadores y centros de producción- se traduce en un mantenimiento más rápido y de menor coste.
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