La pila de combustible de hidrógeno es una de las principales tecnologías de combustibles alternativos. Aunque existe desde hace al menos cincuenta años, los últimos avances representan un enorme paso adelante en la tecnología fundamental. La humedad desempeña un papel importante a la hora de determinar la eficacia, la calidad y la seguridad de las pilas de combustible de hidrógeno. Un alto contenido de humedad en la pila de combustible de hidrógeno la hace más eficiente y se requieren mediciones precisas de la humedad del hidrógeno durante la producción.
Existen varios tipos de pilas de combustible. Debido a su baja temperatura de funcionamiento, la pila de combustible utilizada para propulsar vehículos de motor es la pila de combustible de intercambio de protones/membrana electrolítica de polímero (PEM).
En principio, una pila de combustible funciona como una batería. A diferencia de una batería, una pila de combustible no se agota ni necesita recargarse. Produce energía en forma de electricidad y calor si se le suministra combustible. Una pila de combustible consta de dos electrodos situados alrededor de un electrolito. El oxígeno pasa por un electrodo y el hidrógeno por el otro, generando electricidad, agua y calor. El hidrógeno se introduce en el ánodo de la pila de combustible.
El oxígeno (o aire) entra en la pila de combustible a través del cátodo. Estimulados por un catalizador, los átomos de hidrógeno se dividen en protones y electrones. La PEM sólo permite el paso de los protones hasta el cátodo, mientras que los electrones deben seguir un camino a través de un circuito externo, creando una corriente eléctrica. A continuación, los protones y electrones se recombinan con el oxígeno en el cátodo para formar agua. Un sistema de pila de combustible que incluya un "reformador de combustible" puede utilizar el hidrógeno de cualquier combustible de hidrocarburos, desde el gas natural hasta el metanol, pasando por la gasolina. Dado que la pila de combustible se basa en la química y no en la combustión, las emisiones de este tipo de sistema seguirían siendo mucho menores que las de los procesos de combustión de combustibles más limpios. Se puede alcanzar una eficiencia de proceso típica del 80%, que es más del doble que la de un motor de combustión interna.
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